“La mayor fortaleza del Corredor
Biológico en el Caribe (CBC) ha estado marcada por la continuidad del proyecto y
la integración de los países de Haití, República Dominicana y Cuba, en su afán de
conservar la naturaleza de este gran ecosistema y mejorar la calidad de vida de
sus habitantes.”
Así aseguró Elba Rosa Pérez
Montoya, ministra de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente de Cuba, en ocasión
del Encuentro Trinacional para la IV Reunión Técnica
y Ministerial de Seguimiento del Corredor Biológico en el Caribe, desarrollada
en esta ciudad del 21 al 23 de mayo.
Con la participación de su
homólogo en Haití, el viceministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales de la República Dominicana,
así como representantes de la
Organización de Naciones Unidas y la Unión Europea, entre
otros especialistas, la cita puso de manifiesto los resultados significativos
alcanzados en los últimos ocho meses.
Nicasio Viña Dávila, coordinador
del CBC, expresó que entre los lauros se encuentran la demarcación de todo el
Corredor en la parte terrestre, la formación de los recursos humanos, con
talleres y cursos impartidos, las labores desarrolladas en las áreas protegidas,
a nivel de las tres regiones y la realización de actividades productivas en las
comunidades para mitigar el impacto humano sobre la diversidad biológica en
estas zonas.
Destacó además que este
encuentro constituyó un paso importante para la ratificación de los compromiso
de los países de la
Unión Europea y de otras organizaciones internacionales con
el Corredor Biológico, identificándole como una plataforma adecuada de
colaboración entre las naciones, que permite elevar el nivel de conservación y,
al mismo tiempo, mitigar las amenazas disminuyendo la pobreza.
Según Pérez Montoya, la
participación de Cuba en este proyecto tiene fundamentalmente dos aspectos
esenciales: la coordinación del trabajo entre los países que lo integran y la
formación de capacidades, respaldado por los éxitos obtenidos en cuanto a la
protección del entorno.
El Corredor Biológico en el Caribe (CBC) surgió en 2009 como una iniciativa
gubernamental de tres países: Haití,
República Dominicana y Cuba con
el fin de proporcionar un marco de cooperación entre ellos para la protección y
la reducción de la pérdida de la diversidad biológica en la Región del Caribe
y el Neotrópico Americano.
Este proyecto cuenta con la financiación de la Unión Europea
y es apoyada por el Programa de
las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
El Caribe Insular es una de las zonas con mayor concentración de
diversidad biológica en el mundo. Sin embargo la fragilidad de las riquezas de
sus ecosistemas se han visto agravada en los últimos años, debido a la pobreza
en la que viven los habitantes de la zona, y a la falta de recursos proporcionados
para brindar alternativas de vida a las comunidades que allí habitan.
Además esta zona se caracteriza por poseer una altísima densidad de
habitantes por km. cuadrado, empeorando el efecto destructor de la acción
humana en la biodiversidad.
De ahí la necesidad de integración entre los territorios para poder
garantizar el futuro de la diversidad biológica del Caribe Insular y de otras
partes del mundo.