No hay dudas de que la naturaleza está cambiando y sus
transformaciones se perciben hoy en nuestro entorno.
El clima de Cuba es, actualmente, más cálido y extremo; la
temperatura promedio anual aumentó 0,6 grado Celsius, desde mediado del pasado
siglo; el nivel medio del mar ha subido 5,72 cm, como promedio en los últimos 40 años,
y se ha observado gran variabilidad en la actividad ciclónica, con el azote de
ocho huracanes intensos, del 2001hasta la actualidad.
Sin lugar a titubeos, estas y otros problemas ambientales como
degradación de los suelos, deforestación, pérdida de la biodiversidad, sequía y
contaminación, son muestras de las nefastas consecuencias del cambio climático
en el medio ambiente y su impacto negativo en la salud humana, agricultura,
recursos hidráulicos y diversidad biológica, entre otras.
Todos estos resultados fueron expuestos en la VI Conferencia Internacional de
Manejo Integrado de Zonas Costeras, Caricostas 2013, donde investigadores de la
temática de 11 países se dieron cita en Santiago de Cuba para debatir sobre la
integración multidisciplinaria y sectorial hacia la sostenibilidad de los
ecosistemas marinos.
El Dr. Fernando González Bermúdez, primer viceministro del
Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente aseguró que: “el cambio
climático, cuya principal característica esencial es el calentamiento global, es
inequívoco y viene agravando y agravará los problemas ambientales, convirtiéndose,
paulatinamente, en un factor determinante de riesgo de desastres.”
Ante estas realidades el gobierno cubano, de conjunto con
disímiles instituciones investigativas y científicas de la nación, desarrollan un
programa de enfrentamiento a dicho fenómeno, sobresaliendo los estudios de
peligro y vulnerabilidad costera, tanto para el presente, como para el futuro.
González Bermúdez, dijo que desde la actualidad hasta el
2100, es probable que algunos ecosistemas como los arrecifes de coral,
manglares y marismas, sectores tales como las costas bajas y los recursos
hídricos en los trópicos resulten especialmente afectados.
“Es muy probable que los impactos aumenten debido a una
mayor frecuencia e intensidad de ciertos fenómenos meteorológicos extremos,
tales como los ciclones, las crecidas y sequías”, aseguró.
Según el investigador se ratifica entonces, que la principal
consecuencia del cambio climático en la zona costera cubana, es la subida
paulatina del nivel medio del mar y el avance de la intrusión marina salina en
los acuíferos costeros, afectando la agroproductividad de los suelos, cosechas
y la salinización del agua potable.
Meteorólogos, oceanólogos y equipos de mareógrafos confirman que la
elevación del nivel medio del mar para el 2050, será en 27 cm y 85 cm para el 2100, teniendo
en cuenta un escenario futuro desfavorable y una sensibilidad climática baja.
También se ratifica el deterioro de las playas arenosas -por
erosión-, manglares y crestas de arrecifes de coral, entre otros daños.
Estos estudios estiman, además de que de no adoptarse
medidas de adaptación, se afectarían 122 asentamientos humanos costeros, de
estos 78 tendrán afectaciones de su superficie para el año 2050 y 15
desaparecerían totalmente. Para el 2100 serían 107 los asentamientos y seis
desaparecerían totalmente, según análisis de Planificación Física.
Basado en los resultados de estos estudios, en el 2007, el
Consejo de Ministros aprobó seis directivas y un plan de acción encaminado a la
reducción de los peligros y vulnerabilidades costeras, mencionados anteriormente.
Entre ellas destacan la inclusión, en el ciclo de la
planificación económica, de las medidas de enfrentamiento a estos problemas
priorizando las zonas costeras, y las inversiones inducidas para disminuir la
vulnerabilidad en los asentamientos amenazados, entre otros.
De ahí la importancia del enfoque integrado de los
conocimientos, la información y los
sectores para la efectividad de las acciones anticipatorias, la reducción de las
vulnerabilidades y el enfrentamiento exitoso a estos fenómenos adversos.
Creo que el reto mayor está en llegar a todo el mundo y
sensibilizar, educar y persuadir a las personas, directivos y decidores de qué
es lo mejor para todos, conscientes de que estos problemas, no son solo del
CITMA, gobierno e investigadores, sino de toda la sociedad.
Hoy más que nunca está vigente la afirmación que hiciera
nuestro Comandante en Jefe, en la Cumbre de Río de Janerio en
1992: “Una importante especie biológica
está en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus
condiciones naturales de vida: el hombre; utilícese toda la ciencia necesaria
para un desarrollo sostenible sin contaminación”.
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