La vida pone
situaciones difíciles en nuestros caminos, como la que pasamos los santiagueros
cuando Sandy, con toda su furia, se ensañó en el territorio oriental cubano,
dejando devastada la ciudad de Santiago de Cuba y sus alrededores.
Sin embargo
y pese a las circunstancias, surgieron al instante, hombres y mujeres que
supieron enfrentar a la madre naturaleza para convertirse en héroes de la
sociedad.
No fueron superhéroes
como Batman, Spiderman, Los Vengadores y otros que solo salvan en las películas
de ficción, estos están más cerca, dentro del pueblo y al lado de sus vecinos,
dispuestos en cualquier momento y circunstancia a defender y salvar la vida de
sus coterráneos.
Esta
historia sucedió en Palma Soriano, un municipio de mi provincia, cuando José
Amed, joven de 21 años, se convirtió en el superhéroe de unos ancianitos que,
tras el paso de Sandy, quedaron a la merced de los vientos
huracanados de este fenómeno meteorológico y que gracias a la audacia y valentía
de este muchacho cuentan hoy la desagradable experiencia que les tocó vivir.
Mi directora
Olga Thaureaux Puertas, fue tras el encuentro de estos protagonistas y de esta
forma contaron sus vivencias, las cuales comparto con ustedes:
Escrito por
OLGA THAUREAUX PUERTAS
La palabra solidaridad en estos días de
recuperación tras el paso de "Sandy", puede parecer una reiteración,
mas cuando se trata de destacar valores humanos no hay redundancias. La tarde
noche del 24 de octubre el joven palmero de 21 años, José Amed Corría Cruzata,
dijo a su mamá que no dormiría en su casa, muy segura por ser de placa, y que
iría hacia donde viven sus primas, pues allí podían necesitar de su ayuda ante
el inminente paso del ciclón Sandy, ya que eran construcciones de madera y zinc
o concreto y fibro.
Fue así que
decidió irse para la casa de su prima Yamila González, de mampostería, con
techo de fibro, donde también me lo encontré el día de la visita.
Muy tímido y
de pocas palabras, me cuenta que cuando empezaron a batir las primeras ráfagas
de viento y se escucharon las voces de los vecinos de al lado pidiendo auxilio,
porque ya el viento había tumbado todo el corredor y amenazaba con seguir
destruyendo, como lo hizo, no lo pensó dos veces y salió hacia la casa de
Roberto Trujillo, de 91 años, y sacó en los brazos a su esposa, Enma Dora, de
83 años y la puso a salvo.
Inmediatamente
regresó por Roberto, quien me confiesa que: "Yamila nos brindó su casa
desde temprano, pero como no vimos peligro y todo estaba quieto, nos acostamos,
pero si no fuera por este héroe, creo que no hacemos el cuento. Después de
cargar a mi esposa, a mí me llevó de la mano, creo que en el aire, no sé si yo
ponía los pies en el piso. Cuando íbamos a entrar a la casa de Yamila el viento
nos empujaba hacia atrás, pero su fortaleza de joven venció...Todavía estoy
emocionado, este muchacho nos salvó la vida, es un héroe de estos tiempos",
dijo mientras nos mostraba cómo quedó su casa.
Esa noche, a
solo unos metros, en una amplia vivienda de madera, también estaba Graciela
Lago, con su familia, quien hoy agradece el gesto de José Amed, los hermanos
José Carlos y Arnulfo Haidar, y otros, pues en medio del ciclón, desafiando el
peligro, sacaron a su madre de 79 años, porque los árboles ya habían derribado
el corredor y no daban paso. "Hoy estoy más calmada -dice- y agradezco a
todos tanta solidaridad y humanismo... en especial a Yamila por protegernos en
su casa".
Muchos
vecinos del reparto Dos Ríos advierten nuestra visita y se suman al diálogo,
todos quieren contar sus experiencias, mas coinciden y agradecen a Yamila por
acogerlos.
Yamila
González, dice que en su casa tenía a 35 personas, era la más segura del
barrio, pero en un momento sintió miedo, pues su techo es de fibro, y temió que
no aguantara los fuertes embates del viento, y "ella podría ser
responsable de la suerte de todas esas personas que estaban en su casa".
Pero este
noble gesto tuvo la recompensa de la naturaleza, su casa resistió, y allí
amanecieron todos. Pasados 13 días, todavía acoge a tres adultos y una menor,
pues su morada no tiene condiciones.
Juntos han
reconstruido lo que han podido, juntos apartaron árboles, cargaron los techos
que pudieron recuperar... y juntos volverán a darle a su barrio el matiz que
tenía.
Es mediodía,
me despido de ellos, en sus caras, a pesar de los daños personales, advierto
optimismo y sobre todo, satisfacción porque están vivos, empezando por la anciana
Enma Dora, que ya reclamaba su almuerzo, no sin antes aceptar tirarse una foto
con "el joven que la salvó".
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