lunes, 4 de febrero de 2013

La autopsia de Sandy

Llegó en la oscuridad de la noche aquel 25 de octubre, como ladrón que sorprende a su víctima, y estremeció a una provincia que, durante más de un siglo, no había sido azotada directamente por un fenómeno meteorológico tan fuerte.
Transcurridos tres meses de que Sandy fustigara el territorio oriental, investigadores y especialistas del Instituto Nacional de Meteorología y del de Oceanología de Cuba, con la ayuda de sus homólogos en Santiago de Cuba, presentaron, en el Salón de los Vitrales de la Plaza de la Revolución, el informe técnico sobre el huracán en su recorrido por Cuba.
Nuevas precisiones referentes al lugar por donde entró el ojo, la hora exacta, la velocidad de los vientos y la categoría, cuestión altamente discutida entre santiagueros, fueron elementos que arrojaron los estudios finales del fenómeno, recopilados después de la aglomeración de datos de las diferentes estaciones meteorológicas, así como de la evaluación póstuma de los daños en el terreno.
El Dr. José Rubiera, director del Centro Nacional de Pronóstico, destacó que Sandy entró a tierra santiaguera a la 1 y 25 am, por un punto al este de Cañiso, municipio de Guamá, a unos ocho kilómetros al oeste de playa Mar Verde y como un huracán categoría tres, y no dos, como se dijo al principio.
“En el caso de Sandy, con los datos reportados de un avión de reconocimiento de los Estados Unidos al sur de Santiago de Cuba, en la noche del 24 de octubre, los vientos de 175 kilómetros por hora, daban un categoría dos, que fue con lo que se dijo que había llegado.”
“Sin embargo, con los datos que pudimos analizar con posterioridad llegamos a la conclusión de que estimábamos unos vientos máximos sostenidos de 185 kilómetros por hora, que le daba a Sandy la categoría tres, en su escalón más bajo”, comentó Rubiera.
De esta forma queda solucionada y respondida una de las tantas interrogantes que aún se preguntan miles de santiagueros, aunque para muchos, que experimentaron la furia de este suceso, Sandy sobrepasó la escala de Saffir-Simpson.   
En Santiago de Cuba los mayores estragos fueron causados por el viento y el mar, ya que las lluvias no fueron tan significativas, más bien, fue un huracán seco.
La ciudad capital recibió los fuertes vientos del sector delantero derecho, quedando en la pared del ojo, zona donde se concentran con más intensidad los vientos.
La topografía de la urbe, en la que se incrementa la elevación del terreno desde el mar a la zona pre-montañosa, así como también las edificaciones favorecieron el aumento de los mismos, registrando rachas máximas de 265 kilómetros por hora.
Según José Rubiera, un asunto curioso es que hay reportes confirmados de que existieron minitornados en ese transcurso, los que ocasionaron grandes daños en algunas zonas, muy superiores a los del huracán en si.
La surgencia (sobre-elevación del nivel del mar) alcanzó los dos metros en sitios como el cayo, la socapa, el litoral, Siboney, entre otros, existiendo olas de aproximadamente ocho metros de altura, en lugares costeros.
Tan solo tres horas fueron necesarias para que “Sandy” o “El leñador”, como también se le conoce, recorriera una provincia  y devastara su ecosistema, infraestructura social, plantaciones agropecuarias,  y todo lo que se encontró a su paso.
Su centro salió al mar por la provincia de Holguín, aproximadamente a las seis de la mañana, del 25 de octubre. Después de pasar por Cuba, Sandy se debilitó y cruzó por las Bahamas como categoría uno.
Nació el 22 de octubre y en el transcurso de 10 días mató a más de 150 personas y causó daños de decenas de miles de millones de dólares en varios países del mar Caribe y la costa este de Estados Unidos.
Su nombre quedará, por largo tiempo, en la memoria de los santiagueros.      

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