Apenas
tengo 25 años, un período corto para quien aspira vivir 120, y nunca antes
había visto en mi Santiago de Cuba tan amplio movimiento constructivo y
festivo.
Por
cada rincón de esta tierra se repara una obra, se asfalta una calle, se
iluminan carteles, se pintan casas y edificios, y se montan miles de techos en
viviendas que fueron dañadas por el huracán Sandy, a su paso por esta zona,
claro está, esta acción última no se desarrolla con la premura con que todos
quisiéramos.
Pero
lo cierto es que mi ciudad está quedando tan bonita o más, de lo que estaba
hace 8 meses atrás, y eso las personas lo perciben, pese a las miles
dificultades que todavía están latentes en la sociedad cubana. Sin embargo el
esfuerzo y la voluntad de salir hacia delante, supera cualquier obstáculo.